¡Qué onda, deporte adictos, deporte sóficos, deporte nautas! Porque a los que nos gusta el deporte es como ir todos en un mismo viaje, un mismo barco. Será que es una adicción, una enfermedad, un estado mental, un placebo, un viaje o incluso una religión como algunos han dicho. Si no, ¿por que? hubo un gol metido por la “mano de Dios”, un Santo, un Diablo azul, un rey de esto, príncipe de lo otro, la reina de mas allá y hasta un “rebaño sagrado” a los que siguen legiones despojándose de prejuicios sociales, mentalidades, diferencias, edades ,nivel académico y económico. ¿ Porqué hay domingos especiales y eventos que cada cuatro años paralizan al mundo?.
. El gusto por el deporte lo aprende uno en el mismo lugar en donde una aprenden las cosas mas maravillosas y las mas terribles de la vida, en tu casa. De pronto llega uno a éste mundo, como seres de energía y luz atrapados en un cuerpo mortal e imperfecto y nos damos cuenta que existe “eso”. Un balón, una raqueta, una alberca, una bicicleta, un gimnasio, y después descubres que los chavos se ven guapos si hacen deporte, y las chicas nos vemos bonitas con nuestras panzas planitas y marcadas. “Eso” lo vas absorbiendo por tus hermanos, sus balones y sus tacos llenos de lodo que van ensuciando toda la casa camino a su recámara , por tu papá viendo el fut o el box en la tele, diciendo imprecaciones que jamás le habías oído decir, y si tienes suerte alguna vez te llevan a un estadio, y después te das cuenta que le vas a un equipo, que te sabes de memoria los nombres de una alineación, que lloras si pierde, que quieres su camiseta y te la pones en la calle orgullosa de pertenecer a “algo”, y un día te das cuenta que eres buena para correr, chutar un balón, para echarte clavados o pegarle a una pelota de tenis y entonces para tu bien o para tu mal … ¡ estás atrapada!
Por que el deporte tiene muchas cosas que no te de la vida común y otras, en que se parece demasiado a ella. Te da alegría, de esa que te hace reír y gritar hasta el limite de tus pulmones, que te puede llevar al éxtasis en la victoria, y otras veces te lleva a transitar por los caminos de la decepción, el coraje, la angustia y la melancolía. Si, te lleva a estados de tristeza genuina, y a sensaciones mas físicas e intensas como temblor, estremecimiento, taquicardia, sudor, lagrimas y a veces sangre. En otras palabras, te hace sentir que estás viva.
Algunos reflexivos días te hace comprender lo que hay de sublime en la derrota. Te lleva de la soberbia a la humildad, del odio deportivo a la misericordia, de rico a pobre, de enemigo a amigo. Te hace amar, por un explosivo instante a un montón de personas que la vida y el azar los congregó en un estadio contigo y abrazarte de puro gusto con los que están junto a ti cuando cae un gol de tu equipo, aunque ni los conozcas. También en ese planeta aprendes a que hay victorias con sabor a derrotas y que la victoria a veces no lo es todo, como dijo un gringo por ahí hace mucho. Muchos dirán que solo es negocio, que todo está arreglado, que las luchas son un fraude, que las olimpiadas son un escaparate de los poderosos, etc. Probablemente tengan razón en alguna medida, pero a los deporte-nautas eso no nos importa, disfrutamos de las victorias de nuestros ídolos tanto como festejamos las derrotas de los que nos caen gordos, llámese deportista, equipo o país que amamos o que nos cae mal. Por que no se siente igual si perdemos con Brasil o Italia a que nos gane Estados Unidos.
El deporte enriquece la vida de muchas personas dentro de las cuales me incluyo. Hay semanas en que es lo único que te mantiene de pie para seguir hasta el fin de semana, Si te deja tu novio pero tu equipo gana el clásico, como que te sientes un poquito mejor, y siempre te queda el consuelo que al menos podrás molestar a alguien.
Pensarás tal vez que todo esto es muy superficial y tonto, pero la realidad es que no. Porque, ¿Qué más le puede uno pedir a la vida a veces? …
Jimena Sanchez
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